jueves, 25 de febrero de 2016

1778-25 de febrero-2016- 238 años del natalicio de San Martin

Su verdadero Origen:"Yo también soy indio”


 
San Martín no era hijo de quienes la historiografía llamó sus padres, sino de una fugaz unión entre un noble español, fundador de una familia patricia argentina, Don Diego de Alvear y Ponce de León, y una india que trabajaba como sirvienta en las misiones jesuíticas instaladas en el actual territorio de Corrientes.Esta situacion  era una secreto a voces desde comienzos del siglo XIX, dice, que San Martín era hijo biológico de Don Diego.

Hasta ahora, al menos, los historiadores dicen que San Martín fue el quinto hijo varón del gobernador español de la reducción de Yapeyú, Juan de San Martín, y de su esposa, Gregoria Matorras, pero habría sido dado en adopción a Juan San Martín por Don Diego, un prohombre español de fluidas relaciones con las jerarquías eclesiásticas, que había tenido un desliz con una india durante un tramo de su misión en América.
En esa época era ilegal que un católico tuviese un hijo con una "infiel".El diario íntimo de una nieta de don Diego, Joaquina de Alvear, que fue pasando de mano en mano desde fines del siglo pasado. En una de sus páginas, Joaquina subraya su condición de sobrina de San Martín, por ser éste hijo de Don Diego y “una indígena correntina”. La anotación es del 23 de enero de 1877, 27 años después de la muerte del prócer.
Joaquina era hija de Carlos de Alvear, a la sazón hermano de San Martín. Herrera Vegas entregó copias de ese diario íntimo, hace tiempo, al Instituto Nacional Sanmartiniano.

San Martín fue, en vida, un celoso custodio de sus secretos: sentía que todas las informaciones que pudiese dar sobre su vida privada afectarían su imagen pública que, sabía, era por entonces objeto de controversias.

 Varios historiadores sostienen que cuando Mitre dejó fija la historia, optó por el recurso de ignorar aquellos datos que le molestaban. Y que en algunos casos en los que tuvo acceso a documentación de primera mano, incluso destruyó las pruebas de aquellos hechos que desentonaban con su idea de la historia de la patria.
El Historiador Hugo Chumbita opina que "en el Buenos Aires de la era inmediatamente posterior a la Revolución de Mayo era “un secreto a voces” el carácter mestizo del futuro padre de la patria, que había llegado de España en 1812". 

Juan Bautista Alberdi trazó en 1843 el siguiente retrato, al visitar al prócer, retirado ya de la vida política en una casa de París: “Yo lo creía un indio, como tantas veces me lo habían pintado, y no era más que un hombre de color moreno”. San Martín mismo, en un discurso ante los indios pehuenches, en 1816, dijo, sencillamente: “Yo también soy indio”.

García Hamilton afirma en su libro que las familias patricias argentinas ninguneaban a San Martín cuando era un recién llegado, porque estaban al tanto de su origen plebeyo. Le decían “El cholo” y “El tape”. Su suegra, la madre de la joven Remedios de Escalada, directamente hablaba de él como “El plebeyo” o “El soldadote”. Sin embargo, subraya el escritor, eso no tenía relación alguna con los modales del futuro prócer, que era culto, refinado y provenía de una educación esmerada en Europa.

 Don Diego de Alvear llegó a las Colonias en 1774. Era de una familia de nobles de Burgos y un militar de carrera especializado en batallas navales. Cuatro años después de su arribo, fue designado por la corona para dirigir una división encargada de ejecutar un tratado de límites de los ríos Paraná y Uruguay. Según Chumbita, en el territorio de lo que habían sido las misiones jesuíticas tuvo al hijo que no podía reconocer, en un cruce interétnico prohibido por las leyes reales. Alvear le encomendó entonces la crianza a su amigo y subordinado, el teniente que gobernaba Yapeyú.

En 1780, Juan de San Martín tuvo un conflicto con los indios y dejó la gobernación. En 1783 todos viajaron a Europa, donde, según los nuevos aportes, Don Diego costearía la carrera militar del joven José. Habría, en el medio de esta relación extraña, una tragedia: Don Diego perdería a su esposa, siete de sus ocho hijos legales, un sobrino y cuatro o cinco esclavos al ser atacado por navíos ingleses un barco en el que viajaban rumbo a España, en 1804. Desde entonces, la educación y el futuro del único hijo legal que le quedaba, Carlos de Alvear, y de aquel que nunca pudo reconocer legalmente, pero blanqueó ante su familia, José, habrían sido sus principales desvelos. Carlos no quería nada a aquel intruso, que terminaría por odiarlo, en hechos que afectarían de lleno a la patria en pañales.

San Martín supo en algún momento de su juventud la verdadera historia de su origen y eso explicaría su carácter reservado, a veces hermético, su temperamento bélico, los códigos de su silencio, sus decisiones difíciles de entender (como su paso al costadoante Bolívar o su ostracismo final). Acaso los aportes nuevos expliquen su insólita decisión de abandonar el ejército español, en que se había formado, para venirse a América en 1812 a combatirlo, y el empeño que puso en esa lucha. Al combatir a España, después de haber sido educado por ella, San Martín peleaba contra los fantasmas de aquel padre que no lo admitía como un hijo.

La conciencia de ser hijo de la violencia de los dominadores sobre los pueblos nativos” era central en la visión que San Martín tenía del mundo. Por eso, sostiene, “se lanzó desafiando al mundo de su padre” y transformó la humillación personal “en rebeldía política”. Si es cierto que la mitad de su sangre fue guaraní, y si un análisis de ADN llegara a comprobarlo, habría sido una cruza de indios y españoles el hombre que liberó el Sur de América. 
San MIguel, vamos por mas.

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