Albert Einstein y el plan de ajuste
Por:Hernán Andrés Kruse
Albert Einstein, el genio físico del siglo XX, dijo en una oportunidad que era de locos pretender obtener resultados diferentes aplicando todo el tiempo los mismos métodos. Si uno pretende viajar de Rosario a Buenos Aires debe hacerlo por la ruta correspondiente, no por la que lo lleva, por ejemplo, a Córdoba. Si uno persiste en el error, es decir, si sigue tomando la ruta a Córdoba creyendo que así llegará a Buenos Aires, pues no hará otra cosa que llegar a Córdoba.
Este ejemplo, burdo por cierto, puede ser útil para explicar lo que sucede con el pueblo argentino y los planes de ajuste impuestos por el Fondo Monetario Internacional. Cada vez que un gobierno pidió ayuda al prestamista de última instancia, el pueblo sufrió las consecuencias, muy negativas por cierto. Todavía está fresquito lo que nos pasó cuando Fernando de la Rúa fue presidente. No pasó hace mucho tiempo. Fue cuando despuntaba el siglo XXI. A fines de 2000 resultaba por demás evidente que la economía marchaba a los tumbos. El gobierno aliancista se había quedado sin dólares para financiarse. ¿Se acuerda, estimado lector? ¿Qué hizo, entonces, De la Rúa? Ordenó a su ministro de Economía, José Luis Machinea, quien fuera presidente del Banco Central cuando el ministro de Economía Juan Vital Sourrouille impuso el Plan Primavera, que se arrodillara ante el FMI para obtener los tan ansiados dólares. Y el prestamista internacional de última instancia cumplió. Y con creces. Le prestó al gobierno aliancista algo así como 40 mil millones de dólares. De la Rúa presentó el acuerdo como un hecho histórico. ¿Qué fue lo que pasó? Que en pocos meses esa plata se esfumó. ¿Dónde fue a parar? Buena pregunta.
Lo cierto es que en marzo de 2001 De la Rúa echó a Machinea y lo nombró a López Murphy, quien debutó como ministro de Economía anunciando un severo ajuste en la educación pública. Duró en el cargo lo que un suspiro. El cargo quedó a merced de Domingo Felipe Cavallo, quien regresó a la político como una suerte de Primer Ministro o, si se prefiere, Presidente paralelo. ¿Recuerda, estimado lector, cuál era la obsesión del Mingo? Acertó: el déficit 0. En el invierno de 2001 impuso un recorte del 13 por ciento a las jubilaciones y a los sueldos del Estado. ¿Quién era la ministra de Trabajo? También acertó: Patricia Bullrich. Fue una de las medidas más antipopulares tomadas por un gobierno elegido por el pueblo a lo largo de nuestra historia. Al poco tiempo el FMI decidió bajarle el pulgar al gobierno aliancista. Sin dólares y sin consenso popular, De la Rúa y Cavallo no hicieron otra cosa que confiscar los dólares que tenían depositados en los bancos los pequeños y medianos ahorristas. El colapso del gobierno aliancista se produjo el 20 de diciembre.
Aunque cueste creerlo, son muchos los argentinos que confían en los acuerdos celebrados por Macri con el FMI. Creen que ahora todo será distinto. Evidentemente no han escuchado a Einstein. Si De la Rúa fracasó ¿por qué Macri no habría de hacerlo si está siguiendo los mismos pasos que el cordobés? Cuando impera la irracionalidad es inútil pretender cordura, sensatez, sentido común. Algo nos pasa a los argentinos que nos olvidamos rápidamente de nuestras tragedias. Nuestra memoria histórica es endeble, raquítica, famélica. Porque desde el punto de vista histórico, lo que sucedió en diciembre de 2001 fue hace pocos segundos. Sin embargo, seguimos tropezando con la misma piedra. Después,cuando se produzca lo inevitable, a no quejarse.
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