lunes, 12 de noviembre de 2018

Una radiografía de la Argentina actual


Una radiografía de la Argentina actual

 Por, Hernán Kruse.


El fin de semana que acaba de concluir tuvo un único tema de conversación: la gran final de América entre Boca y River. Nunca antes los dos equipos más poderosos del país se habían enfrentado en semejante instancia, en un partido definitorio de tanta trascendencia. Ponzio dijo hace poco que si las dos escuadras llegaban a la final el mundo seguramente se paraba el mundo. Ello no sucedió pero lo cierto es que la Europa futbolística, por ejemplo, estuvo pendiente de lo que sucedió ayer en la Bombonera. Es que se trata de un acontecimiento deportivo que difícilmente se reitere, de ahí su carácter extraordinario. Para colmo, el partido no se pudo jugar el sábado debido a un fortísimo temporal que azotó el gran Buenos Aires, lo que no hizo más que aumentar la adrenalina de todos. Al mediodía todos nos preguntábamos ¿se juega el partido? Más tarde ¿cuándo se juega, al día siguiente o el próximo sábado? Finalmente, tanta incertidumbre se aplacó el domingo al mediodía cuando la Conmebol confirmó que el partido se jugaba a las 16 horas. Mientras tanto, todos los canales de televisión estaban pendientes primero del temporal y luego de la decisión de la máxima institución del fútbol latinoamericano. Todos hablaban de lo mismo provocando, me parece, el hartazgo de los televidentes.


        
Lo que sucedió en la Argentina este fin de semana es algo “lógico” ya que se trata de un país futbolero hasta la médula. Puso al descubierto nuestro verdadero rostro: el de una sociedad que por un Boca-River entra en un estado de alienación patológico. Sino, no se explica que dos hechos de una extrema gravedad hayan pasado completamente inadvertidos, sepultados por la locura que generó el partido. Primero, el temporal propiamente dicho. Ni los diarios de gran tirada, ni los grandes canales de televisión, ni el propio gobierno, hicieron mención alguna de las inundaciones que provocó la lluvia en zonas del conurbano habitualmente castigadas por la naturaleza. Gracias a Facebook nos enteramos, por ejemplo, de que Quilmes literalmente se sumergió como consecuencia de la inusual cantidad de milímetros de lluvia proveniente del cielo. Incluso aquellos programas domingueros, como el de Mauro Viale, que se especializan en poner al aire el drama que significan  las inundaciones, en esta oportunidad sólo se refirieron a la gran final. Segundo, el drama social que padece la provincia del Chaco. 
   
  En su edición del domingo la periodista Micaela Urdinez publicó en La Nación un artículo cuyo título estremece: “En Chaco, la mitad de los chicos de hasta 17 años son pobres”. Luego se ve una foto dantesca de los pies de un adolescente chaqueño con evidentes signos de sufrir los embates de la pobreza. La periodista narra la historia de una niña wichi de 13 años que falleció el miércoles a raíz de una cesárea que se le practicó de urgencia. El día anterior su bebé, de sólo un kilo, había fallecido al nacer. Luego Urdinez dice algo aterrador: esta pequeña no tenía existencia para el sistema, era invisible. Carente de educación, tampoco recibía la atención médica correspondiente. Era una desparecida civil. Lamentablemente, su caso no es el único. Según la Unicef la mitad de los chicos chaqueños hasta los 17 años viven en la pobreza. Así de simple. Así de dramático. Mientras tanto, la clase dirigente chaqueña seguramente estuvo pendiente de Boca versus River.

  Lo que pasó con la gran final este fin de semana es una diáfana y cristalina radiografía de la Argentina actual. Somos una sociedad que cuando llega el momento de ver un partido de fútbol trascendente, definitorio, se desentiende de lo genuinamente importante, de lo que realmente es relevante. En nuestro orden de prioridades primero está el Boca-River y luego la pobreza de nuestros adolescentes y niños. Ello explica la decisión del sistema de medios de darle pasto (la gran final) a las fieras (todos nosotros) durante el sábado y el domingo de manera ininterrumpida. “Pan y circo”, como se dice coloquialmente, la clásica estrategia de emplear el entretenimiento para distraer a las masas para que se olviden de que para el poder no son más que una serie de números.

Hernan Kruse
Viento del Sur
Redacción
12 /11/18
12: 13 hs

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