jueves, 27 de diciembre de 2018

Wall Street le bajó el pulgar

MANSEDUMBRE ATERRADORA



Por:
Lic Hernan Kruse*Especial para "Viento del Sur"

   El 2018 no hizo más que confirmar la naturaleza del gobierno de Mauricio Macri. En los primeros días de enero Wall Street le bajó el pulgar por su desacuerdo con su política de endeudamiento alocado, irracional. En un abrir y cerrar de ojos el gobierno se quedó sin financiamiento externo, sin el oxígeno que había garantizado su respiración desde el 10 de diciembre de 2015. Probablemente sin preverlo el presidente se estrelló contra la pared. Atontado, Macri comenzó a dar los típicos manotazos de ahogado hasta que el FMI salió en su ayuda. En realidad, fue el propio presidente que imploró que lo salvara del seguro naufragio. Porque en junio el gobierno estaba cerca de caerse a pedazos. El FMI lo comprendió de esa manera y puso manos a la obra. No podía permitir que un gobierno “amigo” se derrumbara. La ayuda se tradujo en 57 mil millones de dólares. Jamás un gobierno argentino había recibido semejante cantidad de dinero.

 
   Los medios de comunicación, en su inmensa mayoría, presentaron este salvataje como un éxito de Macri y del mejor equipo de los últimos 50 años. Todo lo contrario. Dicho salvataje puso en evidencia la incapacidad de Macri de generar recursos genuinos, de atraer inversiones de afuera destinadas a la producción. El alud de dólares que ingresaron al país fue a parar a la timba financiera mientras una durísima corrida cambiaria sacudía los cimientos de la economía. Tal fue la incompetencia de Macri y sus ministros que el primer acuerdo con el FMI duró lo que un suspiro. El por entonces presidente del Central Luis Caputo fue eyectado de su cargo y sustituido por Guido Sandleris, un tecnócrata formado en Estados Unidos cuya mejor cualidad es el de responder a los designios del FMI. A partir de entonces Christine Lagarde pasó a ser la presidente de facto de la Argentina. El Central fue ocupado por miembros del staff del FMI y Dujovne y Sandleris pasaron a ser empleados suyos. Macri perdió todo control sobre el manejo de la política económica.

  El escenario se asemejó al de 2002, cuando el FMI le imponía a Duhalde el ajuste. Pero Duhalde obedecía porque no tenía más remedio aunque en la intimidad seguramente no se cansaba de despotricar. Macri también obedece pero lo hace con gusto. Le encanta rendirle pleitesía a los poderosos del mundo. Junto a Lagarde dijo que los argentinos teníamos que empezar a quererla y durante el G20 ni se inmutó frente al maltrato que le dispensó Trump.


  Hoy la Argentina es una colonia. Es duro reconocerlo pero es la pura verdad. Si un país no es soberano en materia de política económica pasa a la categoría de colonia. Lo notable del caso es que, a pesar de semejante humillación, el pueblo está aceptando este escenario con una mansedumbre realmente aterradora. La inmensa mayoría de los argentinos aparentemente tomaron la decisión de aceptar con resignación que Lagarde tenga el poder y Macri se limite a obedecer sus órdenes. Como consecuencia de ello, ha decidido aceptar con resignación los efectos deletéreos de toda política clásica de ajuste: aumento constante de las tarifas y servicios, desempleo, disminución de la capacidad de compra, pérdida del poder adquisitivo del salario, etc. Para colmo, hay inflación. El riesgo país bordea los 850 puntos básicos y los analistas financieros internacionales creen que Macri (o quien lo suceda) no podrá hacer frente a sus compromisos
financieros a partir de 2020. En otros términos: están convencidos de que el default es inexorable. A pesar de ello, el pueblo mantiene su pasividad, su apoyo vergonzante.
  Después, cuando todo estalle por los aires, no habrá derecho al pataleo.

De : Lic. Hernán Kruse para "Viento del Sur"
27.12.18

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